El “cambio tranquilo”, ni cambio, ni tranquilo
No seas él es el nombre del último vídeo electoral lanzado por el PSOE. Como otras veces, el argumento para su electorado se centra en una idea simple: que no es el PP. La idea no deja de ser llamativa, especialmente si se tiene en cuenta que las últimas medidas del Gobierno (negativa en la reforma de la Ley del Aborto, ilegalización de ANV y PCTV, promesas de no reabrir un proceso de negociación o rebajas fiscales) se encuentran antes destinadas a contentar al electorado de derechas que a marcar distancias. Una desalentadora llegada a meta en la que al PSOE sólo le faltó pedir perdón.
Con la experiencia de los estrechos márgenes en los que se mueve la política parlamentaria, y teniendo en cuenta el servilismo del poder político respecto al económico, cabe albergar más bien poca confianza en cualquier gobierno. La apuesta de DIAGONAL pasa por fomentar otro tipo de acción política, la que nace desde abajo, desde los movimientos sociales, con vistas a crear un modelo de sociedad diferente. Ahora bien, esto no significa que perdamos de vista lo que ha sido la acción de gobierno. A este fin, el de repasar lo que ha supuesto la presente legislatura, es a lo que se dedica el número que tienes entre manos. En las diferentes secciones del periódico se ha reservado un espacio dirigido a observar las políticas de estos años.
Tras el cuatrienio negro de la última legislatura del PP (el del Prestige, Iraq, el 11-M y la manipulación informativa), Zapatero lo tenía fácil para caer simpático: bastaba no ser Aznar. Además, hubo algunos cambios. Se produjo el regreso de las tropas de Iraq. Y también se aprobó la Ley contra la Violencia de Género y la Ley de Igualdad entre hombres y mujeres. Un arranque con sorpresas, pero que ya mostraban un denominador común: mínimo coste económico y máxima rentabilidad social. A esto solía acompañar otra práctica: nombres ampulosos que apenas se concretaron. Fue el caso de la Alianza de Civilizaciones o la decepcionante Ley de Memoria Histórica.
Aperturista en hábitos sociales,( con el ejemplo del matrimonio entre personas del mismo sexo), el continuismo se mantuvo en cuestiones de fondo (la principal, el rumbo neoliberal de Solbes, con el ladrillo como motor económico que acaba gripando poco antes de las elecciones).
En este tiempo, el Gobierno de Zapatero se encargó de enterrar las ilusiones que alentó entre la sociedad. En este sentido, el punto negro de la legislatura fue el proceso de paz. Pocas veces antes habían existido tantas esperanzas de ver el fin del conflicto armado, pero pocas veces se dieron menos pasos para impulsar dicho proceso. Con el estribillo de “comprobar la realidad del alto el fuego”, pasaron más de ocho meses (en los que se presumió incluso de acercar menos presos que el PP), hasta que estalló el coche bomba en el aeropuerto de Barajas, donde murieron dos trabajadores ecuatorianos.
Una decepción semejante se vivió con el debate territorial. Asuntos como el Estatut catalán evidenciaron la aversión a cuestionar la estructura del Estado. Y si en un comienzo el Gobierno acuñaba el discurso de “la España plural” acabó por dar un giro de 180 grados, hasta llegar al punto de poner Navarra en manos de la derecha antes de atreverse a pactar con Nafarroa Bai.
Vistos los titubeos del PSOE, la derecha política no dudó en mantener una apocalíptica campaña de acoso y derribo que ha acabado por dar alas a los sectores más nostálgicos y reaccionarios de la sociedad española, ya fuera a través de la Asociación Víctimas del Terrorismo o por medio de la jerarquía eclesiástica, fomentando de paso el auge de grupos de extrema derecha. Al final, con una agenda que parece dirigida desde la oposición, la fotografía muestra una acción de gobierno que, o bien mantuvo el piloto automático del PP, o bien optó por dar media vuelta tras los atrevimientos iniciales (como ilustró el aumento de tropas a Afganistán, los sonrojantes intentos de hablar con Bush o la complicidad con los vuelos de la CIA). Lo resume mejor Santiago Alba Rico: “No se sabe qué asombra más, si la prometedora y excitante teatralidad de los pases de mano del PSOE o el hecho de descubrir, al inclinar la mirada, que todo sigue igual”.
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